25 oct 2011

Dictado

 GIJÓN A 13 DE OCTUBRE DE 2011

Además del amanecer, Nassan adoraba la mágica hora en la que el sol, ocultándose en el horizonte, retiraba poco a poco sus cálidos rayos de la vastísima estepa. Ante los cansados ojos del anciano, el viento mecía suavemente la hierba y su murmullo se fundía con el piar último de los pájaros. Más de una vez, Nassan sintió que le brotaban las lágrimas ante este magnífico espectáculo.

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